martes, 17 de junio de 2008

El Ex

Al Ex no lo veías hace mucho. Cortaron hace 10 años una relación tibia y sin complicaciones que duró dos años. Lo conociste un día cualquiera en una clase de Semiótica y entre retóricas y metonímias se enamoraron. O algo así.
Se pusieron de novios en seguida e hicieron todas las cosas de rigor. Se juraron amor eterno en un botecito en los lagos de Palermo, se fueron de vacaciones juntos al sur y al año siguiente se anotaron juntos en las mismas materias de la facultad. Era una relación simple, sin altibajos, con sexo tibio y charlas de café. Pasaron así muchos meses y un día se descubrieron queriéndose mucho pero sin pasión. Pusieron punto final con una despedida sensata y medida. Sin escenas desgarradoras, llamadas anónimas ni terceros en discordia. Cortaron de la misma manera que empezaron y sin mayor sufrimiento. Pasaron los meses, cambiaron los turnos de la facultad y dejaron de verse.
Les quedaron pocos amigos en común, él se recibió y nunca más volviste a verlo.
Un sábado a la noche mientras tomabas algo en el bar de uno de lo pocos amigos que tenían en común, tuviste un presentimiento extraño. Estabas inquieta, mirando a todos lados como si algo fuera a pasar. Después del trago número 4 la noche empezaba a aburrirte y estabas a punto de emprender la retirada. Levantaste la vista de la mesa para buscar al mozo y miraste a la puerta que en ese momento se abría para darle paso a una figura que recortada entre la oscuridad te pareció conocida. Miraste con atención y lo viste entrar. Era él. Tan exacto, tan igual, tan familiar pero 10 años después. El estomago te dio un salto y sin darte cuenta te levantaste de tu asiento.
El avanzaba por el pasillo buscando alguna cara conocida entre la gente. Sus mismos ojos, sus facciones divertidas, su pelo rubio, su cuerpo amigo.
En ese instante su mirada dio con la tuya y él se quedó paralizado. Vos le sonreías desde el otro extremo del bar con la alegría de quién de repente empieza a creer en las casualidades.
Se miraron, se sonrieron y empezaron a caminar uno hacia el otro esquivando gentes. Al llegar a unos paso de distancia los dos se detuvieron y se miraron sin poder creer. Tan iguales, tan distintos. 10 años después.
Sin mediar palabra se abrazaron en el abrazo más sincero y alegre que alguien puede darse y al minuto estaban sentados en una mesa charlando como si nada. Él estaba igual, pero más hombre, a cada palabra volvía un recuerdo, una complicidad y al poco rato empezó a flotar en el aire "esenoseque".
Hablaron horas, muertos de risa, se contaron los diez últimos años con lujo de detalles. Supiste que le tuvo varias novias pero ninguna tan adorable, le contaste con pelos y señales todas y cada una de las veces que los egoístas de tus otros ex´s te rompieron el corazón.
Las cervezas pasaban como agua y la noche parecía haber retrocedido diez años. En un momento notaste que él había acercado su silla hasta el borde de la tuya y mientras vos le contabas con ojos húmedos de la muerte de tu abuela él te acariciaba amigablemente la pierna. Un segundo más tarde estaban tomados de la mano, jugando con los dedos y mirándose como entonces.
El mundo allá afuera había desaparecido. Eran vos y él coqueteándole al destino.
Él se acercó un poco más y vos respiraste su olor. El mismo. Su piel tan blanca, sus ojos tan divertidos. Te miraba extasiado. Se acercó despacio, su mano soltó tu mano y acarició tu muslo así como él bien sabía que a vos te gustaba. El tiempo volvió atrás y vos sentiste un escalofrío. Acercó su boca a tu oído y susurró la estrofa de aquella canción que un día te había escrito
"Si has dejado entrar, la luna a tu corazón,
si puedes amar a pesar de tu temor,
al mirarme oirás baladas
bluseadas con gusto a miel"
El colmo de la cursilería es verdad, pero nada importaba esa noche. Eran él y vos teniendo de nuevo 20 años. Jugando a que el tiempo no había pasado.
El paso de los años, el destino y el alcohol no deberían mezclarse.
Cuándo terminó de cantarte la canción, volvieron a mirarse emocionados y se besaron con un beso impúdico en el medio del bar y de la vida.
Salieron de ese bar de la mano y con destino incierto. Subieron al auto de él y vos como es tu costumbre encendiste el stereo y le diste play al cd. Empezó a sonar Eric Clapton en versión Unplugged. ¡Era el cd que vos le habías regalado para el primer aniversario!. No era una copia, era el original exacto y lo tenía en su auto. Lo miraste emocionada. La noche era perfecta. En cada semáforo los besos se hacían más intensos y las caricias más calientes.
Sus besos eran un poco ansiosos y recordaste de repente ciertos "inconvenientes" que habían tenido alguna vez en la cama. La ansiedad le jugaba a él a veces una mala pasada. Desechaste esa idea muy rápido de tu mente. Era 10 años más grande y se lo notaba muy seguro de sí mismo. Quisiste creer que el tiempo y las experiencia habrían hecho un buen trabajo.
Llegaron al hotel. Los dos hervían de ganas y recuerdos. En la recepción les informaron que deberían esperar unos minutos en el auto hasta que se desocupara una habitación. Era sábado a la noche claro. Los dos volvieron al auto muertos de risa y contando anécdotas sobre las inumerables visitas a hoteles de antaño. La espera fue larga. Y casi no podían aguantar. En el asiento del auto él levantó despacio tu falda mientras te besaba el cuello. Separó con delicadeza tus piernas y de un tironcito suave rasgó el naylon de tus medias. Sus dedos entre la humedad de tu ropa interior jugaban con la inminencia de tu orgasmo. Tu cabeza había perdido la noción del tiempo y él volvía a ser Él. Y así entre vidrios empañados y gemidos solapados te regaló el primer orgasmo. Definitivamente el tiempo y la experiencia había hecho un buen trabajo. O al menos eso creías.
Subieron a la habitación y vos fuiste al baño. Entraste y te miraste al espejo. Tenías en los ojos esa mirada de 20 años y los labios enrojecidos de tanta arrogancia. Sonreíste, la noche prometía. Que buena jugada.
Cuando saliste él estaba sentado en la cama, vestido y mirando el piso. Te acercaste despacio, perdiste tus dedos entre su pelo y apoyaste su cara cabizbaja contra tu cuerpo. Había cierta tensión quizás. Todavía de pie frente a él bajaste tu mano por su nuca, rodeaste su cuello y suavemente levantaste su barbilla obligándolo a mirarte. El sonrió y te rodeó con sus manos la cintura. Te recostó en la cama y empezó a desvestirte. Un minuto después estaban desnudos. Todo iba bien hasta que con la desnudez, le llegó a él la "dificultad". Intentaste calmarlo con palabras suaves y cariñosas. Él te abrazó y casi en un susurró dijo " Hay cosas que con el tiempo no cambian. Empeoran". El corazón se te estrujó de pena y quisiste cuidarlo. Y se quedaron así dormidos. Desnudos y abrazados. Diez años después y con la ilusión un poco maltrecha recordaste rotundamente el trasfondo de tanta tibieza. Se despidieron con un beso parco en los labios y mientras él se alejaba en su auto de la puerta de tu casa comprendiste que la memoria es muy sabia y que si sepulta una historia en el olvido, dejando sólo tibios recuerdos es por algo. Hay historias que no deben revivirse y encuentros que el destino nunca debería haber concretado.

viernes, 13 de junio de 2008

Se viene EL EX
Una historia de reencuentro que no debería haber sucedido...

lunes, 26 de mayo de 2008

El de "un Antes y un Después"


El de "un antes y un después" marca un momento crucial en tu vida sexual. Después de él el sexo será diferente para siempre.
Una puede conocer muchos o pocos hombres pero todas tenemos uno que podemos marcar como el de " un antes y un después".
El de "un antes y un después" aparece en tu vida como un extraño, lo conociste por un blog o mediante intercambio epistolar con una ONG para salvar una especie en extinción de peces de la Isla de Pascua. Nadie te lo presentó, nunca le viste la cara pero de un instante a otro estaba en tu msn y en tu teléfono.
El de "un antes y un después" es inteligente y creativo, las charlas con él son un desafío intelectual, te hace pensar, se muestra ambiguo y por momentos un tanto agresivo. No con insultos claro, su actitud es desafiante, te corre y vos, rapidita de mente, te dejás agarrar.
Las charlas con se hacen cotidianas y noctámbulas, vía msn o por teléfono se descubren varias veces mirando amanecer cada cual por su ventana. Pasan así algunas semanas y en esta instancia claro, ya hubo intercambio de fotos. Él nunca va a decir nada sobre tu belleza sino que va a centrarse en tu mente. Y ahí empieza a funcionar el "antes y el después". Este tipo de tipo va a seducirte con la cabeza. Va a conectarte con lugares mentales tuyos que ni vos misma conocías.
Después de contarse sus historias de amores y desamores las charlas irán subiendo de tono pero desde un lugar distinto al habitual. No van a existir las frases del tipo "A ver bebita, decíme como estás vestida". Van a hablar desde otro lugar. El va a generar situaciones imaginarias que sin rondar lo erótico o lo sexual van a dejarte sumamente exitada.
Hasta que un día van a citarse en cualquier esquina una noche de invierno. Vos vas a llegar todo lo puntualmente tarde que la ocasión amerita y vas a caminar la cuadra que te separa de esa esquina con la vista fija en él. Entre las penumbras del frío de esa noche vas a divisar su silueta recortándose contra unas luces lejanas. A medida que la distancia se acorta ves su piel clara, sus manos grandes, su postura descuidada y ambigua. Parece un hombre jugando al niño. Antes de que puedas sorprenderlo por la espalda él va a darse vuelta ante el sonido de tus botas en las baldosas invernales. A penas podrás distinguir sus rasgos antes de que él te abrace y te diga al oído "al fin". El abrazo va a ser sincero y muy intenso. El "al fin" de sus labios pegados a tu oído y sus manos una en tu nuca y otra en la cintura abrazándote contra su pecho te desconciertan un poco. Se sueltan. Los dos están nerviosos y vos propones caminar. Querés sin dudas sacarle la ficha. Lo mirás sin disimulo y a primera vista no te parece atractivo. Te detenés en cada parte de su cuerpo y él se deja mirar. Sus manos son inquietas y grandes. Su cuello blanco y su nuez prominente tienen una masculinidad desmedida. Te quedás mirando su cuello mientras él habla sin parar de nimiedades y absurdos, vos apenas lo escuchás. Quedaste prendida, fregada y erotizada en ese cuello. Vampirizada y con ganas de morderlo despacito mucho rato. Intentás recomponerte pero ya nada es lo mismo. Centrás tu mirada en su cara. Sus ojos de fuego, su boca de vicio. Te despertó. Y tu libido ya nunca será la misma. Todo es ambiguo. El también te mira fascinado. Se atraen y se repelen. Caminan por la calle distanciados como si no se conocieran pero hablando casi a los gritos. Los dos intentan manejar la situación, mostrarse seguros y dominantes para cuando llegue el momento del duelo. Es que él de "un antes y un después" se metió con tu cerebro, con tu razón y la hizo trastabillar. Y eso que todavía no te tocó.
Llegaron al bar y se sentaron uno frente a otro. Las luces están bajas y la música fuerte. Cuándo el mozo se acerca vos sin consultarlo pedís por los dos y él acepta risueño. Te mira de lejos, te está midiendo, rondando, no sabe por donde y eso te divierte. Sus nervios te dan seguridad y por un ratito tomás el control. Empezás a hablar, a mover tus manos y gesticular. Está perdido, quiere tocarte y se le nota. Te levantás y vas al baño a morirte de risa. Pasás por adelante de él despacio para dejar que te vea y caminás hasta el baño sin darte vuelta sintiendo la intensidad de su mirada fulminarte por la espalda.
Las cartas están jugadas y no entendés de donde te saca este pibe tanto morbo. Hervís de nada cada vez que te habla. Buscás con tus ojos todo el tiempo su boca. El te propone ir a otro bar. Salen a la calle y caminan callados. Al llegar a la esquina el semáforo los detiene, el frió apura y él baja el cordón de la vereda y se para frente a vos "Dame un abrazo" dice, vos y todo tu morbo lo abrazan con el abrazo más sensual que diste en toda tu vida. Están muy cerca y muy abrazados y muy vestidos y a pesar de eso podés sentir contra tu cuerpo su erección. Y no, la verdad es que no querés soltarlo. Siguen caminado y en el otro bar la charla se hace intensa. Hablan de la vida de cada uno, de sus historias y de sexo. Las primeras veces, la ambiguedad, las útimas veces. El aire explota. Tu respiración se agita y bajo la mesa que los separa sus piernas empiezan a buscarse. Te mira la boca en silencio. Los dos se ríen. El te amenaza "no me mires así" y vos le retrucás un "sí quiero". "Levantate, nos vamos" dice él como enloquecido. Y vos te acomodás bien a tu asiento mientras le escupís un "Vení y levantáme vos". Un camino de ida fue esa frase, corazón. Él va a levantarse y en el medio del bar repleto va a pararse frente a vos que todavía estás sentada. Va a ponerse cerca, bien cerca, él es alto y si vos estás sentada tu boca va a dar justo a su sexo. Cerca, bien cerca y cada vez más "Levantate" vuelve a decir.
Van a salir desbordantes de ese bar. Y en el taxi hasta la casa de él van a abrazarse. Todavía no lo besaste, todavía no lo tocaste, ni sentiste su piel, ni su lengua, ni sus gemidos pero ya te marcó un antes y un después.
Al llegar a su casa te invitará a sentarse en un sillón. Van a seguir abrazados un largo rato como si en algún punto temieran lo que está por venir, como si los dos supieran que la noche iba a ser determinante. Acariciás despacio su pelo y pierde sus dedos en tus rulos. Vos cerrás los ojos y entonces todo empieza a tener otra dimensión. Baja las manos despacio por tu cuello y finalmente sus labios explotan en tu boca. Las luces están encendidas y en medio instante ambos están desnudos. Su cuerpo es exacto o tu deseo demasiado intenso. Sus manos te recorren y sus ojos no dan crédito. Encastran perfecto. Una vez desnudos él te agarra de la mano y como dos chicos risueños van corriendo a la cama. Y ahí es donde se terminan de jugar todas sus cartas. La habitación está completamente a oscuras y hace frio. Tu cuerpo se estremece de una manera que jamás percibiste. El te tiene. Te toma. Te besa. Te habla. Te gime. Lo sentís enloquecer y perdés el sentido. Todo es nuevo. Cambia. Es sexo sí, pero distinto. No entedés si es por él, por vos, por la química o por que sí. No entendés. Disfrutás cada contacto, sentís cada caricia, cada apriete, cada lamida, cada palabra. Los parámetros que conocías desaparecen. Él también está desconcertado, a cada instante lo dice. Frena, te mira. No entiende, intenta calmarse y vuelve a enloquecer y a enloquecerte. Pasarán así incontables horas esa noche. Quedarán tendidos en medio de toda esa locura de morbo, fantasías y desenfreno. Exahustos a la mitad de camino de otro orgasmo, van a quedarse dormidos al unísono. Y la mañana siguiente serán sus cuerpos los murales de tanto desquicio. Labios rojos, suaves magullones y una sonrisa grabada a fuego serán durante varios días testimonios visibles de esa noche en la que en tu vida sexual hubo "un antes y un después".
A la distancia después de mucho tiempo y muchos hombres, podrás ver que existen mejores noches que aquella y amantes más intensos que aquel pero sabrás (aunque algunas veces te cueste recordar su nombre) que al conocerlo a él no volviste a ser la misma mujer. No dejó marcas emocionales, nunca llegaste a enamorarte ni por un minuto de él. Te rompió la cabeza por otro lado. Te puso en contacto con una parte tuya que no conocías, te despertó instintos que no sabías que tenías. Te limó, te enloqueció y le hizo a tu cabeza un click. Y eso te cambió para siempre a nivel sexual. En la cama no vas a volver a ser la misma. Vos chocha y los que siguieron después de él también.

martes, 13 de mayo de 2008

El Mejor Amigo


A Tu Mejor Amigo lo conociste estudiando. Puede ser en el jardín de infantes, la universidad o en un curso de orfebrería. Él en realidad era amigo de una compañera tuya que conociste en el CBC o el vecinito de la vuelta que repitió sala verde justo el año que vos entraste.
Construyeron una relación muy cercana a lo largo de los años y ambos siempre pero siempre contra viento, marea y tsunami aseguraron que sólo son amigos.
Compartieron noches eternas de estudio entre mate y cigarrillo. Rindieron juntos los peores exámenes, sacaron la misma nota, festejaron con la misma cerveza. Tu Mejor Amigo te enseñó la ley de off side, a prender el fuego para el asado y alguna que otra vez atinó con ir a matar a piñas al "pelotudo ese que te hace llorar". A su vez vos le enseñaste a distinguir entre un orgasmo fingido y uno real, le hiciste creer que de verdad el tamaño no importa y le diste todas las tácticas para que se pusiera de novio con la que después sería su esposa. Sí claro, Tu Mejor Amigo está casado o en pareja desde siempre. Vos por tu parte has tenido varios novios, saltaste de una relación enferma con un asesino serial a una tibia con un intelectual de medio pelo y de ahí te fuiste a seguir a un buscavidas al Tibet que terminó rompiéndote el corazón cuando se enamoró de una cabra de montaña. Y cada vez que volviste hecha una piltrafa estaba él. Se cansaron de quedarse dormidos juntos leyendo del mismo apunte, de tomar mate hasta las siete de la mañana hablando mal de cualquiera se cruce y siempre que van a una fiesta juntos terminan apilonados en un rincón cuchicheando como dos viejas resentidas.
Para él ningún tipo es lo suficientemente bueno para vos y para vos él es infeliz en su matrimonio por eso cuernea a la mujer con cualquier trolita que se le cruce. Saben uno del otro todo absolutamente. Hablaron de sexo sin tocarse mil veces, incluso de fantasías. Saben como huele la ropa del otro, cada cuantos mates el otro va a levantarse a hacer pis, si el otro usa papel higiénico o bidet y esas cosas.
Ni hace falta que te mire para saber lo que estás pensando. Y cada vez que alguien hace alguna pregunta ustedes contestan lo mismo y a dúo.
Pero un día (por que si señores.. siempre hay un "pero un día") los dos se descubren diferentes,
pasaron 1o años desde que se conocieron. Él está (como siempre) en crisis con su matrimonio y vos por primera vez en todos eso años estás sola. Sin un novio oficial a la vista.
Entonces un día, en una fiesta en tu casa y entre los cuchicheos de costumbre él va a decirte con los ojos chiquitos que tiene cuando está borracho "Sos la única amiga de verdad que tengo" y va a darte un abrazo muy sincero. Y va a decirte por primera vez "Te quiero". Y ahí chiquita, estás al horno. Con papitas.
A un paso del beso vas a intentar resistirte cual Coca Sarli diciendo "Que pretende usted de mí". Vas a decirle acercándole tus labios a un milímetro de los suyos alguna idiotez del tipo "¿Que estamos haciendo, si somos amigos?". Cuestión que cuando todos se vayan terminarán teniendo una noche de sexo increíble, reconociendo parte por parte del cuerpo del otro, con besos que marquen territorio, como dos desaforados, tocandose, mordiendose, besandose hasta hacerse del cuerpo del otro el territorio que concían por mapas de memoria. Tirados entre las botellas vacías que quedaron de la fiesta él va a decirte por primera vez "Hermosa" mientras se desespera entre tu cuerpo. Imaginate. Años enteros de histeria disfrazada. Años enteros de erecciones encubiertas cada vez que despertaban en la misma cama porque "Somos amigos, obvio que no pasó nada". Esa noche van a chocar los planetas, vas a sentir que se mueve el eje de tu cuerpo y al ritmo de tus gemidos se va a ir bien al carajo la amistad. O eso creíste.
A la tarde siguiente van a juntarse "Para hablar". Y como agua corriente van a circular frases del tipo "estábamos borrachos" "Somos amigos" "No puede volver a pasar" y van a acordar un pacto casi de sangre "porque somos como hermanos nene, esto es como incesto" que nunca nadie jamás va a enterarse de esto. Queda olvidado, en el pasado. Nunca fue, no pasó. Amigos. Que bueno.
Y con un cinismo pocas veces visto, todo va a seguir igual. Al tiempo vos vas a ponerte a salir con su mejor amigo o con su primo hermano y él va a hacer un tratamiento de fertilidad para embarazar a su mujer. La vida sigue su curso. Pero vos ya probaste el dulce mami y sabés que ellos siempre vienen por más.
Van a verse casi a diario para tomar mate p en reuniones o cumpleaños, van a festejar juntos navidad en su casa con su mujer, otros amigos y tu novio de turno "el boludo ese que seguro no sabe ni coger"como le gusta decirle a él.
Hasta que otra vez él va a estar en crisis y vos que paciente supiste jugar calladita vas a estar ahí. Para consolarlo porque son amigos. Él va a llorar, diciendo que la única que lo entiende sos vos, que su mujer es una bruja que quiere cagarle la vida y vos vas a abrazarlo y acurrucarlo maternal contra tu pecho más escotado imposible y todo va a irse de nuevo al carajo. Y así él va a decir que está dispuesto a dejar todo por vos, a tirar a la mierda su vida de mierda y su esposa demandante para correr a tus brazos de amiga comprensiva y amante fogosa. Pero vos que de pendeja te viste todos los capítulos de la "Banda del Golden Rocket" no te comprás ni un poco esa historia. Entedés que no querés ser bastón de nadie y como lo conocés tanto sabés que el amor le puede durar menos que una cerveza. Preferís tenerlo cerca pero sin enamorarte. Es más seguro. Y lo sacás corriendo de tu casa cuando viene con el bolso a decirte "La dejé" pero seguís estando cerca por si sufre. Porque si hay algo claro entre tanto quilombo es que ambos saben que el otro está siempre cuando las cosas se pudren. Y un día él se separa en serio. Ella se va. Ella lo deja. Y ahí estás vos, mañana, tarde y noche. Sin tocarlo. Siendo amiga. Sufriendo con él. Queriendo simplemente que sea feliz. Con eso te basta y sobra.
Habrá mil vueltas seguramente, el va a verte pasar de mano en mano para no quedarte con ninguno, vos vas a verlo ponerse de novio 10 minutos después de separarse con la primer chirusa que se le cruce. Y tendrán seguramente otra cama. Una inesperada porque la historia ya estaba terminada. Entonces entendés que con él la historia es la de nunca acabar.
Ahí se quedan juntos siendo amigos casi siempre.
Excepto cada tanto cuando chocan los planetas y se mueven los ejes de los cuerpos.




jueves, 8 de mayo de 2008

El Mejor Amigo...

... Ya se viene.
Necesito terminar de hacer el trabajo de campo.
Aunque con él nunca termina.

sábado, 3 de mayo de 2008

El Bipolar: El arrastre (Última parte)



Nota para mejor comprensión de lo que sigue será mejor leer antes acá.

Esta tercera parte no va a ser muy extensa. Pasaron varios días y varias cosas que han hecho que la historia del Bipolar haya dejado de tener mucho sentido, al menos para mí. Intentaré contar los hechos lo más vividamente posible pero la verdad que de vivo esto no tiene nada. Decía entonces que al Bipolar se le cansó el equino bastante pronto. Mucho más pronto de lo que yo pensaba. Después de aquella segunda mañana en la que me ocupé de dejar en claro quien de los dos era el era el "incapaz", el Bipolar previsiblemente, desapareció de escena. Jamás volví a verlo conectado en el MSN, mucho menos intercambiamos mensajes y esas cosas. En el medio se sucedieron para mi diversos encuentros con diversos hombres como dios manda y me dispuse casi sin darme cuenta a cerrar la historia del Bipolar. Sabía que en un mediano plazo el aparecería pero nunca supuse que sería tan pronto. Todas sabemos y las que no lo saben vayan tomando nota, que la paciencia tiene su recompensa y que ellos Bipolares o no siempre van a volver por más. No importa que sea en media hora o diez años después; ante el silencio y la indiferencia ellos reaccionan. Siempre. El viernes siguiente a aquel encuentro me disponía a tener una cita a deshoras y a escondidas con El Amante. Pasada la medianoche recibí un mensaje de texto en mi celular del Bipolar que decía algo así como " Feliz Cumpleaños LGF!!! Recién me cuentan que es hoy, la estás pasando bien?". Atónita miraba la pantalla del teléfono y no supe bien que responder. La realidad es que para mi cumpleaños faltan varios meses y era evidente que no se había confundido de destinataria. Después supe que la persona que tenemos algo así como en común le dijo por error que era mi cumpleaños. Decidí seguir el juego y respondí un lacónico "Gracias Bipolar, la estoy pasando muy bien" y me olvidé del tema. Mi cita con El Amante era inminente y tenía todavía que prepararme. Mientras empezaba a elegir la ropa y hacer mentalmente la lista de cosas pendientes para estar perfecta para el encuentro otro bip en mi celular. El Bipolar vuelve al ataque con un "Estás de festejo?". La tentación de contestarle que estaba por empezar una noche de fiesta fue grande pero me llamé a sosiego y le respondí "En realidad no, mi cumpleaños el 29 de Julio pero si vos decís que es hoy todo bien... Igual agendá la fecha para saludarme en serio. Beso". Supuse que con eso daría por terminada la cuestión ya que la incomodidad o la vergüenza lo harían mantenerse en su sitio pero no. El arrastre recién comenzaba. Se sucedieron varios mensajes de disculpas y esas cosas hasta que en uno llega el "Tengo ganas de verte, querés venirte para casa" y ahí señores, este pibe me enojó. Eran las dos de la mañana de un sábado y el tipo que me había tratado como el peor de los trapos viejos me decía que saliera corriendo a tener una noche de no - sexo, seguida de un amanecer de desprecio. Le dije no sé que mentira de que ya estaba en la cama, cosa que en realidad era una mentira parcial dado que en breves estaría en la cama pero con otro, y él insistió. Insistió, insistió, insistió y yo empezaba a disfrutar el arrastre. Mantuve en mi NO para ese día pero le dije "Mañana a la noche creo que estoy libre. Hablamos". El contesto algo así como "Ok, espero verte mañana entonces". Durante el día siguiente me olvidé del tema ya que tenía varios planes posibles para la noche. Cerca de la medianoche mensaje del Bipolar " Estoy en la casa de X vamos a jugar a las cartas". X es el novio de mi amiga, es decir que ambos serían las personas que tenemos en común. Le contesté un simple "OK, queda para otro día". Y ahí le Bipolar empezó a mandar mensajes de manera compulsiva y sin sentido. Habrán sido al rededor de 20 mensajes en 10 minutos. Finalmente recibí un llamado de mi amiga para que fuera para allá. Llegué dos horas después divertida y con helado. Había varias personas en la reunión y el Bipolar estaba sentado en un rincón cabizabajo y meditabundo. Yo que no conocía a la mayoría de los presentes en seguida me puse a tiro. La noche se sucedió divertida para mi pero incomoda para él. El nuevo brote estaba latente supongo. Intentó hacer contacto visual varias veces a los que yo respondí sostenièndole la mirada divertida. Cuando todos empezaban a irse yo me senté en un sillón da jugar a la play. Al instante lo tenía a mi lado ofreciéndome desde fernet hasta caramelos. Intentaba hablarme y yo no sacaba mis ojos de la tv. Contestaba pero distante. Educada pero indiferente. Así durante 15 minutos. Hasta que su mano en mi brazo y su "Hablemos, en serio". Salimos del departamento de X y caminamos sin tocarnos las dos cuadras que nos separaban de la casa del Bipolar. Hablamos. Habló, "sin dudas sos increíble", "yo no sé manejar la situación", "me cuesta", "disculpáme". Parecía agobiado, quebrado. Miraba fijo el piso con vergüenza o algo así. Sinceramente me dio pena. Se me fue todo el enojo y las ganas de verlo arrastrarse. Ya estaba. Es un buen pibe solo que un poco Bipolar. Terminamos en la cama claro, en realidad el que "terminó" fue él digamos. Es tan rápido que ni tiempo a fingir le da a una. Anecdótico. A la mañana siguiente el Bipolar se despertó antes que yo e intentó volver a tener no -sexo, lo aparté de manera rotunda me dió un beso en la frente y se levantó. Yo me quedé un ratito más en la cama, me vestí despacio y cuando llegué al comedor él estaba sentado frente a la tv, haciendo zapping de manera compulsiva y moviéndose en posición semi fetal hacia delante y hacia atrás. Pensé que me estaba haciendo un chiste y me reí. Pero cuando noté que el movimiento no cesaba y que él apenas contestaba mis preguntas decidí que era momento de partir. Esta vez definitivamente.






martes, 29 de abril de 2008

El Bipolar - As en la manga - (Segunda parte)



Nota: Para comprender este post seguramente será necesario leer antes acá.


Decía entonces, que esa noche me dormí en brazos de Don Juan de Marco y me desperté con el hermano idiota de la película Rianman.
Recordemos que mi último pensamiento antes de dormir fue "el sexo fue malo porque es la primera vez". A la mañana siguiente sentí movimientos en la cama. El Bipolar buscaba frenéticamente su celular en la mesita de luz. Yo con un solo ojo abierto y semi desnuda pregunté la hora con voz de bella durmiente recién besada. Eran la una del mediodía de un miércoles, ambos habíamos acordado la noche anterior dejar de lado nuestras obligaciones matutinas. El Bipolar tiene un puesto gerencial en una empresa de telecomunicaciones que le permite manejarse con cierta soltura con respecto a los horarios. Ese día no iría a trabajar pero así y todo después de contestarme con un hosco "Son la una" saltó de la cama y se vistió mas rápido que Superman. Intenté reaccionar en un instante. La sensación de mi desnudez frente a su frenetismo me hizo sentir vulnerada. Agradecí para mis adentros que él se metiera en el baño. Me sentía expuesta. Respiré profundo y me vestí lo más rápido que pude. Cuándo salió del baño ya lavado y peinado, yo estaba sentada en la cama vestida y con cara de nena trasnochada. Entró entonces a la habitación y sin decir palabra abrió las cortinas y las ventanas de par en par. Yo lo miraba extrañada y muda pensando que había pasado mientras dormíamos. ¿Lo habían secuestrado los extraterrestres y le cambiaron el cerebro? ¿ Sería un esquizo mal medicado? ¿Quizás yo mientras dormía lo llamé por el nombre de mi primer novio?. Quien sabe.
Mientras él iba como una tromba de aquí para allá terminé de ponerme las botas y salí de la habitación. Desde la cocina lo escuché decir " ¿Te gusta el mate?" y pensé "Bueno, quizás necesitaba tiempo para despertarse".
Fui al baño, me tiré bastante agua en la cara y me acordé de todos los detalles de la noche anterior, el baile, la penumbra, la risa. Suspiré como quinceañera y salí dispuesta a retomar ese clima.
Él estaba entonces, sentado frente a su computadora haciendo movimientos complusivos, con una mano escribía mails y con la otra hacía no se que cosa con el teléfono celular. "Ahí está el mate" dijo sin mirarme. Al instante comprendí que estaba con algo del laburo. Entonces me llamé a sociego y cebé un par de mates. Le ofrecí uno y me dijo "No gracias". Los minutos que se sucedieron fueron interminables. Sentía ganas de salir corriendo, estaba desolada, me sentí terriblemente sola y confundida. Expuesta, vulnerada y asustada. Le dije "Bueno Bipolar (no le dije bipolar, le dije por el nombre) me voy para casa". Sin levantar la vista del teclado me dijo "Ok, ¿no te jode tomarte un taxi no?". Y no la verdad es que no me jodía en lo más mínimo necesitaba salir de ahí, de él, de su mutismo. En silencio bajamos por el ascensor, sin tocarnos ni mirarnos. Abrió la puerta de calle y en silencio también me acompañó hasta las esquina. Esperamos un taxi y creo que comentó algo sobre el clima "Que día pesado" o algo así. Cuando llegó el taxi puso su mejilla en mis labios y dijo la frase. La puta frase. "Hablamos".
Ese día no pude pensar. Llegué a mi casa y me bañé como 15 horas seguidas. Con el paso de las horas todo se iba desdibujando y yo intentaba desdramatizar. Por supuesto por un par de días no tuve noticias de él y eso me confundía más todavía. Lo veía conectado al msn pero no me hablaba y si hay algo que yo tengo es orgullo así que me quedaba como estúpida frente a la pantalla de mi computadora viendo como él no me hablaba. Finalmente 6 días después me guardé el orgullo en el corpiño y le escribí un prudente "Che, ni para saludarnos por acá da?" Al instante el respondió que había estado a full con el laburo y mil quilombos, que lo disculpe, que quería verme que hablábamos a la noche.
Entonces esa noche vía msn me preguntó "¿ Sabés juagar al póker?" y ahí se empezó a desdoblar esta historia. Tres horas más tarde yo tocaba el timbre de la casa del Bipolar. Iba dispuesta más que nada a aclarar la situación de la semana anterior.
Me abrió la puerta y me saludó con un beso en la mejilla. La casa estaba exacta. La música perfecta y la mesa de póker con las fichas preparadas. El póker es un juego muy racional y muy seductor entonces sentí que podía ganar terreno. Jugamos y le gané un par de manos. Y ahí comenzó la seducción. Él hablo de mi voz, de mi inteligencia y de mi independencia. Yo no le creí nada. Estábamos pares. El tenía un as en la manga pero yo me había pegado el ancho de espada en la frente. Me sedujo y lo seduje. Él estaba otra vez rendido, quería acercarse. Pero estaba inseguro. De él y de mí. Yo olfateaba su miedo. Y entonces le escupí con toda mi ironía " ¿El otro día no estabas bien? Me pareció que me acosté con una persona y me levanté con otra" Respondió no se que cosa de su dificultad para relacionarse y su inseguridad. Dijo que su vida estaba completa. Que le bastaban sus libros, su música y sus ideas pero que le gustaba compartir momentos conmigo. Hizo un chiste sobre su lamentable desempeño sexual y me acarició despacio el cuello. Le pedí que llamara un taxi, que yo ya había dicho lo que tenía para decir. Me pidió que me quedara con él y me abrazó. Entonces otra vez. El sexo horrible y egoísta.
La mañana siguiente no me agarró desprevenida. Nos quedamos dormidos pero esta vez él tenía reunión impostergable de no se qué cosa a la cual llegaría terriblemente tarde. Yo salté de la cama negándole mi desnudez. Me envolví con la sábana y el expuesto entonces fue él. Junté la ropa delante de sus ojos autistas y me fui a vestir al baño. Cuándo salí él ya estaba vestido. Sin hablar bajamos al ascensor y le dije "Conozco el camino, no me acompañes". Hice chocar mi mejilla con la de él y le dije "Hablamos". Impávido, parado en el medio de su nada, se quedó mirando como me subía a un taxi. Yo no me dí vuelta para mirar para atrás.
Esta vez me sentí más aliviada. Estábamos casi a mano. Me debía unos cuantos orgasmos es cierto pero había quedado más que claro para ambos que el incapaz era él. Yo me había sacado la mierda de adentro y estaba convencida de que él no era más que alguien con un buen modus operandi.
No voy a negar que a lo largo de los días cada tanto se me cruzaban por la cabeza el perro labrador, el baile y los hijos feos pero a decir verdad mi teléfono celular estallaba de demandas de hombres como la gente, el nene, el amante y hasta el complicado morían por verme. Eso levantó al mil por ciento mi autoestima y me dispuse a dejar al Bipolar en el olvido. Pero como siempre sucede en estos casos ellos, todos, siempre vuelven con el equino exhausto. Y él será Bipolar pero no boludo y volvió arrastrándose con una excusa berreta para darme letra y escribir la tercera y última parte de esta historia.


Continuará...